El naufragio es una realidad frecuente hoy en día. Por todos lados vemos los restos de embarcaciones grandes y pequeñas esparcidas por la playa. Pero caminamos indiferentes en medio de ellas, como si fuese un espectáculo imaginado. Nadie se prepara para experimentar un naufragio. Tampoco nadie te enseña a sobrellevarlo o a encararlo. Debe ser por eso que cuando uno vive un naufragio, todos los tablones de supuesto socorro se asemejan, confundiéndose unos con otros en el fondo de tu insatisfacción. Aquel lugar de la memoria en el que los recuerdos no permanecen.
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El naufragio es una realidad frecuente hoy en día. Por todos lados vemos los restos de embarcaciones grandes y pequeñas esparcidas por la playa. Pero caminamos indiferentes en medio de ellas, como si fuese un espectáculo imaginado. Nadie se prepara para experimentar un naufragio. Tampoco nadie te enseña a sobrellevarlo o a encararlo. Debe ser por eso que cuando uno vive un naufragio, todos los tablones de supuesto socorro se asemejan, confundiéndose unos con otros en el fondo de tu insatisfacción. Aquel lugar de la memoria en el que los recuerdos no permanecen.
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